lunes, 26 de noviembre de 2012


HOMENAJE AL DOCTOR BRAVO GARZÓN

Lilia Ramírez

El sábado 26 de mayo, la Orquesta Sinfónica de Xalapa y el Coro de la Universidad Veracruzana interpretaron la Lacrimosa del Réquiem de Mozart, el Allegretto de la Tercera Sinfonía de Johannes Brahms y la Marcha Fúnebre de la sinfonía “Heroica” de Beethoven bajo la dirección de Lanfranco Marcelletti. Al siguiente día, domingo 27 de mayo, la Orquesta Sinfónica Juvenil del Estado de Veracruz, bajo la dirección del Maestro Antonio Tornero y la participación de Rodolfo Ritter como pianista invitado, interpretan la Obertura “Carnaval Romano” de Berlioz, el Concierto No. 2 de Rajmaninov, y la Sinfonía No. 9 de Dvorak. Ambos conciertos se desarrollaron en la sala Emilio Carballido del Teatro del Estado para rendir homenaje póstumo al Dr. Don Roberto Bravo Garzón, ex rector de la Universidad Veracruzana, quien naciera en el puerto de Veracruz el 12 de mayo de 1934, y culminara su vida la madrugada del pasado viernes 25 de mayo en la ciudad de Xalapa. En los círculos universitarios fue muy criticada la ausencia al primero de estos dos conciertos, en el cual estuvo de cuerpo presente el fallecido Doctor, tanto del actual rector Raúl Arias Lovillo, originario de Coatepec, quien fuera representado en la ceremonia luctuosa por su secretaria particular Leticia Rodríguez Audirac, como del gobernador del estado Javier Duarte de Ochoa, quien estuvo representado en ese sitio por Alejandro Mariano, director del Instituto Veracruzano de Cultura.
Doctor “Honoris Causa” por la misma casa de estudios y considerado  como “constructor de los cimientos en que se apoya la modernidad que actualmente vive la Universidad Veracruzana”, el Dr. Bravo Garzón comenzó su rectorado un 26 de junio de 1973, gestión que duró casi ocho años, bajo la cual se inició la descentralización administrativa de la universidad hacia las regiones: Poza Rica-Tuxpan, Veracruz-Boca del Río, Córdoba- Orizaba, Coatzacoalcos-Minatitlán, lo cual, como todos sabemos, inhibió el centralismo en la ciudad de Xalapa y multiplicó los beneficios de la educación superior en el estado.
Es 22 de octubre de 1970, casi un par de años después de la masacre estudiantil perpetrada por el gobierno de Díaz Ordaz cuyos testimonios recogiera Elena Poniatowsaka en “La noche de Tlatelolco”, y por cuya manifestación en contra Bravo Garzón fuera a dar a la cárcel según relata en un vídeo subido por la UV a la red, esta casa de estudios entrega a cerca de cincuenta estudiantes de la Facultad de Ciencias Químicas, nuestra carta de pasante rubricada por este personaje como secretario. Más tarde, mi título profesional lo firma nuevamente, ahora como rector. Siempre sentí una profunda admiración por este abogado, filósofo, economista, “un hombre del renacimiento”, quien diera gran impulso no sólo a la educación, si no a la cultura y las artes del estado. Como universitaria, siento haber perdido algo con su muerte, ya que en alguna medida, la riqueza de muchos momentos de mi vida estudiantil se debió a hombres que, como él, son visionarios que usan el poder para servir a la sociedad. En honor tuyo, maestro, con un respetuoso saludo a la ilustre maestra Mercedes Gayosso y Navarrete, te dedico las siguientes líneas de mi autoría:      
Uno va por la vida como por la noche/ en casa ajena: a tientas y descalzo./ Nos apena hacer ruido, no sabemos/ encender las luces. Nos despiertan/ voces que llaman a desconocidos/ y terminan siendo nuestras propias voces/ invocando extraños pero familiares nombres. /Uno va por la vida como por el sueño/ dando discursos que no recuerda en la vigilia/ esperanzado en la ambigüedad de las ilusiones,/ mirando el mundo por los párpados,/ sufriendo un ayuno de siglos. Con la agitación/ hundida en el silencio de la almohada./ Uno va por la vida como por la muerte/ despidiéndose cada día/ con el anhelo que los demás no pierdan la memoria/ ni llenen pronto el hueco de las fotos, / ni borren pronto nuestros amigos/ el número de contacto en sus agendas./ Uno va por la vida como por la lluvia/ disfrutando aguaceros en marzo / y guareciéndose de las brisas de otoño,/ con el paraguas bajo el brazo,/ y el impermeable doblado en las rodillas./ Sin sentarse en los parques porque la humedad es más fuerte/ que las historias contadas bajo los álamos. liliaramirezdeoriza@hotmail.com

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